A veces pensar en tu tierra confunde. Según te encuentras en
un lugar u otro del universo, según te acogen, y según te va.
He mirada atrás durante éste año y añorado cosas que jamás
pensé que me faltarían al marcharme. Pero también he odiado esas carencias que
me hicieron partir para buscar una buena nueva fuera de mi Andalucía, de mi
Sevilla, y hasta de la tierra que me hizo ser quién soy y dónde aparcaba jugar
a las muñecas para montar historias dentro de mi cabeza en mi infancia . De la
cabeza que hoy pertenece a una periodista, nacida en Lora del Río.
Mi pueblo en la distancia.
Un dilema demasiado complicado el de juzgar el lugar de
donde procedes. Quiero pensar que vivir hoy, en Madrid me hace sentir que en mi
pueblo se vive tranquilo. Que la gente no corre, se saluda por las calles, es
gentil y que nadie se siente sólo.
He sabido cuán importante es sentir el calor de los tuyos y
cuan distinta es la educación cuando te crías en un pueblo. Lora me enseñó a
ser humilde y me recuerda cada día de dónde vengo.
Lora es conocida en más lugares de los que imaginé. He oído
que somos el pueblo de las inundaciones, el de Mario Vaquerizo, y hasta el
pueblo al que el Guadalquivir baña tres veces. He oído que Lora es un pueblo
importante y he pensado que he olvidado desde que me fui sus limitaciones, para
ver otras muchas virtudes que Lora tiene.
He sopesado cuantas veces voy de visita para ver a los que
me quieren a mi familia y a mi gente y cuantas tardes me aburro tremendamente y
siento ganas de volver a la ciudad dónde hoy vivo.
Las contradicciones que me hacen ver a Lora con ternura y
con desgana al mismo tiempo. Si quisiera podría mentir. Si quisiera diría que
somos un gran pueblo, con miles de posibilidades… pero es que también veo la
otra parte, es que es mi obligación, y además
mi conciencia me dicta ser realista. Lora es mi pueblo y me siento
orgullosa de ello. Lora tiene a las mejores de las personas, a grandes
profesionales, paisajes de ensueño, potencial… pero hace tiempo que se
perdieron las ganas, hace tiempo que el corazón no aprieta a los loreños y los
hace levantar. Dejemos de discutir hacia que lugar caminar… y caminemos.
No me juzguen como
demagoga, ya les digo que sé que yo fui la primera que se bajo del barco
marchándome.
Él que este libre de
pecado, que tire la primera piedra.
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