En pro de la fe. La mutilación pública es permitida en pro
de recuperar la fe de quienes pudiesen estar perdiéndose en el camino que
indica la salvación. No había visto imágenes tan crueles nunca. Como en un
circo romano, como un gladiador que sabe que los leones podrán con él y va
guiado a la muerte. Pero, en pleno siglo XXI. Lo que no tiene límites no es la
fe, lo que ha perdido el norte es la razón del ser humano.
Nada justifica la vileza y la saña. La valentía siempre gana
a los cobardes que se defienden a base de implantar miedo. El horror no siembra
fe, siembra temor. Un temor que genera una creencia nacida del recelo y la
aprensión a las represalias. Los valientes desgraciados a los que les toca el
sacrificio, unos son asesinados preguntándose él porqué ellos, y otros
probablemente sacando el orgullo y la fuerza que ante semejante barbarie pueda
seguir en su espíritu.
Pero no hay tiro a sangre fría, ni a bocajarro que iguale un
espectáculo similar a este último. No se puede mediatizar, ni narrar de forma
tan cínica, al más puro estilo heroico, dónde a sabiendas de un destino final
inevitable, ese piloto jordano, supo que toda una familia lo vería morir de la
peor de las maneras, agonizando sin remedio, y cual rata inmunda, o peor
inclusive. No sé puede permitir. No es que no sea sano, es que no es humano.
Todo lo que roce la tecnología con los dedos, todo aquel que no sea capaz de
sentir compasión, no es digno de ser de esta especie que se creó un buen día
para que hiciese el bien y se corrompió apenas a un minuto después de nacer.
Todo aquel que pueda
quedar indiferente a los quejidos de un ser vivo quemándose ante sus ojos, ese
no es digno de llamarse humano, ése, perdónenme pero no llega ni a animal, ni a
perro a modo de insulto porque el insulto sería para el perro. Ésos, los que
van de valiente y tapan sus caras, ésos sólo son robots. Máquinas de
destrucción. O máquinas defectuosas, taradas, que han sufrido una desconexión
neuronal y sensorial en el dichoso camino de la salvación. Trastos irrecuperables,
que no hacen más que jodernos la vida a los que aún medio funcionamos como para
no hacer lo mismo con ellos, en pro de una venganza más que merecida.
Seres imbéciles, que no analizan la historia, ni la
evolución de las religiones que mataron hace mucho a los suyos, a sus
semejantes, cual guerra por territorios, ahora la hacen llamar guerra santa, y
luchan por fe.
Que mi ignorancia me embriague de desconocimiento y que me
lleve a razonar sólo las mediocridades de éste mundo, porque para analizar el
calado de este nuevo movimiento de ficha, prometo, que no hay ser humano que
alcance. Que nos visite la más amarga de las locuras, esa que nos convierte en
egoísta cuando por grave que sean las situaciones, si no nos toca bien cerca,
nos hace volver la espalda y seguir caminando hacia nuestro ombligo.
Que no me empaquete el mundo en esa clase de individuos que
roza casi la justificación del ojo por el ojo, porque si como me temo algunos,
en lo más profundo de nosotros devolver la moneda ya no nos parece tan
descabellado, si la respuesta del mundo jordano, se nos hace hasta debilucha
ante el fin de ese joven piloto, sí que ahorquen, en respuesta a una de esos
robots sin alma, nos parece cuanto menos haberle dado un minuto de dignidad en
su muerte, no menos asesinato que la del
piloto, entonces….Habremos perdido la batalla, y habrán conseguido que seamos
no de la misma hojalata que ellos, sino incluso, de peor calidad y calaña.
La calma y el ejemplo, siempre serán una opción de
respuesta, mientras que la solución a tanta incoherencia llega…cual bebé
colgado del pico de una cigüeña. No hay derecho, ni justificación para la
VIOLENCIA. No lo hay.
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