Cuando estás lejos de todo, y de todos. Cuando por más que
intentes recibir o enviar un abrazo, la calidez no llega por mucho que consuele
saber que estás ahí, o que cuentas con otra persona.
Cuando no está en tu mano y la injusticia se ceba con los
tuyos y la impotencia te gana por segundos. Las lágrimas no se secan y a veces
ni si quiera resbalan por la carencia de éstas. La incredulidad y la ausencia,
combinadas con una dosis pequeña de tiempo hacen que te evadas y olvides quizás
más rápido de lo que debieses o que no vivas los momentos con la intensidad
adecuada.
Sin embargo, tus deseos de volver cuando soñabas con
marcharte ocupan tus noches y las hacen más sombrías aún si cabe. Lo que antes
estaba iluminado por mil farolas, por un tiempo serán tinieblas que te
despertarán en medio de la
noche. Pero no eres tú quien importa.
Lo único que me roba las ganas de sonreír cada día en este
extraño lugar que comienza a parecerse a mi hogar pero que nunca lo igualará,
es pensar en ti, en este momento.
A veces me pregunto quien escribe el libro del destino que
nos corresponde a cada uno de nosotros y que método utiliza para decidir sobre
derechos. A veces pienso que la justicia no existe en ninguna de sus versiones.
Ni legalmente, ni divina, la vi nunca ser fiel a lo que representa.
A penas hace veinte días que estoy lejos y pareciese una
eternidad, cuando una sola palabra representa cuanto te necesitan en otro lugar
Cuando el tiempo hace
que te unas a unas personas de las que ya nunca podrás separarte, por más
distancia que se imponga entre ellas, jamás los minutos superarán sentimientos.
Jamás las horas provocarán risas o llantos, jamás los días, provocaran ganas de
vida, o consuelo.
Aquí, el viento suele soplar fuerte y a veces me gusta que
ese ímpetu con el que lo hace golpee mi rostro, me da la sensación que arrastra
con su fuerza mi mochila de malos ratos, y mis ausencias justificadas se
balancean llevaderas cual columpio en parque infantil de niños.
Sé que entiendes que no estoy, pero la rabia se apodera de
mí, por que también conozco tu necesidad de tenerme justo ahora, si ya antes me
echabas de menos...
He querido que la parte racional en mi se conecte a la
pasional y he pensado que quizás este aire que sopla pueda cargar mis ganas de
acompañarte, por eso cuando hoy supe que cuesta arriba se hacían los kilómetros
que nos separan amiga, salí a la calle solté el más cálido de los abrazos,
cargado con la otra mochila, la que siempre custodio y vigilo dejándome la vida
en ello, en la que tú has depositado cariño y momentos mágicos para mi, que te
estaré agradeciendo de por vida y que ahora, quiero que el viento meza para
hacértelos llegar y compensen el peso que ahora carga tu bolsa de días negros.
Tras esto, me he quedado más tranquila, por que a los días
de lluvia les ha precedido un día soleado, debe ser mi calor que ya viaja hacia
allí para arroparte lo antes posible. Estoy segura
Perdóname. Ánimo.
“…mientras suena un triste tango con sabor a despedida…”
Ahora si voy a contar cada día que pasé para veros a todos,
ahora sí se confirman de nuevo todas mis filosofías de vida, ahora sí, no
quiero perder ni un segundo en lamentarme. A veces no hay mañana, ¿para que
perder un presente en planear algo que quizás no exista?
30/ 01/ 2013
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