Cuando comencé a tener uso de razón y en el colegio me
enseñaban para ser alguien de provecho, una persona crítica y capaz de tomar
decisiones, debí no estar presente cuando hablaban de los temas de justicia.
Quizás aquel día estaba enferma.
Lo curioso del caso es que también me debí perder, o quizás
entendí mal, me hallaba distraída, vete tú a saber a estas alturas, temas, como
el de moralidad, el de los poderes del estado, el de sus funciones, en que se
basan, y ese paripé de jurar cargos ante el rey. Nuestros políticos juran
lealtad a su país. Van a la Zarzuela se pasean, nos cuesta un pico sólo ese
diíta a todos, y para colmo entramos en el un proceso de pérdidas constantes.
Cuando se plasmo la palabra honradez en el diccionario de la
real academia española quizás, debieron añadir un asterisco con la excepción,
“adjetivo no aplicable a la clase política española” y no me voy a posicionar
ni hacia un color azulado, ni hacia los caballeros de la rosa, por que estaría
haciendo política y créanme, nada quiero tener que ver con ellos.
El caso es que, es de sátira burlesca el que tengamos que
votar a nuestros propios ejecutores. Que conozcamos la realidad y se nos tomé
por idiotas, dicen que cuando te han pillado más vale confesar, pero eso sería
de ley, de personas con dos dedos de frente y claro nuestros gobernantes
pues…necesitan asesores para ciertas decisiones, es decir que si llegan al
medio dedo, esa longitud de área cerebral debe ser la que emplean para planear
fechorías y robos, la que usan para adjudicarse sueldos que no les pertenecen y
nóminas del color de los cuervos, y mira que los cuervos son feos.
Lo cierto y verdad es que nos encontramos inmersos en una
crisis económica acusada, y acompañada por una crisis de confianza y de
infidelidades no menos grave. Es bonito decir y preguntarse que fue de la
juventud que luchaba, es demagogia gritar que los jóvenes españoles no creen en
la política. ¿En que política señores? Si lo que hacen nuestros políticos, es
política, seguramente, me perdí también las lecciones de mentir, robar y
trabajar, o también las comprendí mal.
Llegados a este punto me gustaría manifestar a todos
aquellos que culpan a los bancos, que para mí ocuparían el lugar de cómplices
en todo este panorama judicial, que si se preguntan dónde está el dinero que
pagará el pan de sus hijos, acudan a la puerta de éstos ladrones disfrazados de
palabrería barata y bonita, que quizás junto a sus discursos tengas ustedes un
plato caliente que llevarse a la boca.
Que los extremos nunca fueron buenos, que yo ni si quiera
pido que no se lleven un pellizquito de vez en cuando, pero que sean
disimulados y castos y que igual que pagamos sus robos, sus ínfulas de riquezas
y de dignos cuando hay que dar la cara, dejen de manchar de las sobras de sus
acumuladas fortunas, la imagen de un país lleno de gente trabajadora. De gente
que a pesar de hacer sus cuentas disfruta de la vida e intenta sonreír a cada
mañana, con más o menos recursos.
Que no nos echen. Por que sí, queridos políticos, verte
obligado a marcharte de tu tierra es dos más dos cuatro, que en matemáticas no
fui buena, pero si que estuve atenta y la aprobé cada año con el mismo esfuerzo
que hoy lucho por tener un puesto de trabajo para el que me preparé a
consciencia durante años.
Basta ya, dejen de decepcionarnos, de mentir, de existir si
es necesario. Tengan dignidad y apechuguen y admitan. Nosotros levantamos este
país que habéis matado y rematado con los últimos sucesos, nosotros limpiamos
de rodilla su imagen y empezamos de nuevo, pero por favor, dimitan, márchense,
y no se hagan llamar españoles. Por que, los españoles hoy pasamos penurias,
algunos hasta hambre, y vosotros tenéis el buche a más no poder.