É voilá!
O mejor dicho…ébola!
África Occidental, en situación de emergencia internacional
por la OMS. Un brote grave de una enfermedad, que si bien, todos habíamos oído
hablar lejanamente de ella, creo, y al menos yo, reconozco en primera persona,
que poco conocía de sus tan malévolos síntomas y fines, en cualquier organismo
vivo. Quizás siempre la tuvimos como algo demasiado lejano. Vivimos ajenos a
las cosas hasta que suponen un peligro para nosotros.
Y es que, todos andamos más que preocupados por la llegada
del padre enfermo, que bajo seguridad y medidas muy estrictas ha sido
repatriado a España, junto con la hermana de doble nacionalidad también
portante del virús, pero nadie se preocupa por los que se quedan.
Salvemos el culo.
Y es que entiendo firmemente que cada uno, nos dediquemos a
salvar a los nuestros, y a no exponer a todo un país a tan destructivo virús
que bien podría ocasionar un desastre de magnitudes inimaginables de extenderse
mundialmente. Pero sigue un detalle escapándose al común de los mortales, que
me afecta muy cercanamente, y que, la periodista dominicana, Shaira Castillo, a
la que tengo el gusto de llamar amiga, me hizo entender hace unos días a través
de redes sociales.
La exposición humana en los países afectados, la de aquellos
que allí residen, no sé sinceramente como podría abordarse por que se me escapa
de las manos, el proceso de actuación de emergencia aplicado en estos casos,
para proteger a la población civil. Pero, sigue escapándose el pequeño detalle.
A nuestros medios de comunicación, llegan imágenes, llegan
noticias, la evolución, los afectados, los síntomas en imágenes desagradables,
… ¿Dónde está la mención a los profesionales que allí se juegan ser víctimas de
esta guerra llamada ébola?
Periodistas, que, a más inri a veces son juzgados por la
crueldad de las imágenes que ofrecen, por tergiversar en temas no de tanta
índole, por sus sueldos (no tan altos como creen algunos), por la facilidad de
su desarrollo profesional, por… por desconocimiento absoluto de lo que hacemos.
Y, sí, amiga Shaira, tienes razón.
Nosotros mismo hemos de ser quienes reconozcamos nuestros
propios méritos y los de tantos otros que nos rodean en el cumplimiento
profesional de aquello que elegimos ser. Nosotros elegimos ser periodistas para
bien o para mal, los militares eligieron ser militares con sus consecuencias y
los médicos… ellos escogieron con su profesión, la seguridad de conocer la
solución a veces, y la fragilidad de la exposición a las peores temeridades de
forma directa.
Por ello, este miedo que nos embarga, esta inquietud y éste
desorden instantáneo que en el momento de visualizar las noticias diarias
sentimos, no debería ser más que empatía. Si las cosas se hacen bien… caerán
muchos, pero pasará pronto.
Ánimo a mis compañeros y a los que en campo de batalla
luchan entre los desahuciados. VALIENTES!
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