Un año.
Volvía yo con más ganas que nunca, de ver a los míos, de
disfrutar de un tiempo que deseaba en mi tierra, de necesidad de Sevilla, de
verde y blanco de Andalucía y de sol. De mucho sol. Ansiaba todo eso, pero mis
ganas de volver ya nacían y aún ni había llegado a saciar éstas primeras.
Y es que cuando te enamoras de dos tierras al mismo tiempo,
de repente, te das cuenta de que tienes dos vidas, de que a ambas las necesitas
y de que, consciente de que perderás una de ella en pro de otra te entristecerá
a rabiar cuando llegue el momento de la partida final, del cierre de etapa.
Somos y no debemos olvidar de dónde venimos. Y jamás,
durante mi estancia lejos de mis raíces lo olvidé. Pero si de alta traición
tuviesen que juzgarme por comparar dos amores y ponerlos a la misma altura,
estaría humilde y sinceramente dispuesta porque me engañaría a mí misma
intentando dejar a una de mis pasiones fuera de mi vida. Y dicen, las lenguas
más sabías que en el amor no se miente, o al menos no se aconseja.
Ya hace un año. Y fue cruel no poder hacerme a la idea del
abandono, de la huida, fue difícil no dejarme disfrutar un tiempo más a tu
lado.
Y así, a mano armada,
me arrebataron a la Irlanda, que tanto me dio con oportunidades, que tanto me
regalo en personas y que tantas experiencias dejó en mi memoria. Sólo fui
feliz. Sólo cuidando a renacuajos y sintiendo que avanzaba por momentos en
todos los sentidos. Me regalaste postales en directo de paisajes inimaginables.
Me diste amigos para siempre. Me entregaste tu lengua, tu historia y tu magia.
Me explicaste la palabra aventura, y me enseñaste que el miedo, en su justa
medida es el único miedo posible.
Vine en busca de mi Andalucía, y mi Andalucía me dijo que
necesitaba cuidarme. Y que ya, debía quedarme, que no cabía elección alguna.
Para que algunos digan que no existe el destino. Puedo asegurar que no es manipulable
a veces, y que si así hubiese sido, nunca me hubiese vuelto de mi Irlanda.
Ya llevo un año aquí. Y no te olvido. No hay distancia que
me quite las ganas de ti. Ya hay un vínculo. No sé si volveré para quedarme,
pero siempre volveré para abrazarte.
Aún así, a pesar del mal trago, de las maneras de mi
regreso, ojalá, todos los que me leen pudiesen vivir…una experiencia así.
Ahora soy Irlandesa de adopción, pertenezco a la familia au
pair de Cork, tengo hermanos pequeños de otra nacionalidad, mis niños!, sé que
es enfrentarse a otro idioma, pasar frio, no ver el sol, sonreír con cara de
boba cuando no entiendes que te dicen al más puro estilo chino, sé que es tener
paciencia con niños, cambiar pañales, dar bibis, acostarlos, llevarlos al cole,
verlos llorar cuando te vas y que se te encoja el alma, salir de fiesta y que
te cierren a las dos, máxime a las tres. Sé que es mojarse cada día, vivir sin
persianas, mirar y ver verde por más kilómetros que te rodeen, sé que es que te
acojan como a una más, echar de menos usar sandalias, sé que nuestra comida es
inmejorable. Sé y he aprendido que no cuenta el tiempo sino la intensidad, que
Irlanda es para Europa como Andalucía para España, que hay gente pá reventá
riéndose en todos los rincones del planeta, que los pelirojos ya no son tan
raros, que somos más morenos de lo que creemos, que el vodka me sienta mal, que
una cama doble es mejor que una simple, que dejar huella es cuestión de vivir
siendo uno mismo, y que eso, los que te rodean lo sienten tal cual. Que no hay
más barreras que las que nosotros mismos nos ponemos…
.y he aprendido, que yo, ya no podría ser yo sin mis dos
Amores. Hoy…las circunstancias me recuerdan a ti!
GRACIAS IRLANDA.
I miss you so much, often, the distance joins more than anything because if you miss a lot, you think more in that and if you think it a lot, you love it more and more.
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