Madrid – Sevilla, en coche…
La normativa de tráfico dice que hay que parar, que hay que
descansar y sobre todo cuando el hambre aprieta, casi seis horas de camino sin
probar bocado al menos yo, ni mi compañera las aguantamos.
Gasolinera, y fiambrera (que no tupper) con filetes
empanados. Pero surge el antojo, y de repente a mi paladar se le viene el sabor
de aquella bollería que quizás era más propia de recreos infantiles que
adolescentes pero que… a todos o a la gran mayoría nos encanta.
Un Bollicao, sustituible en caso de que no tengan por
donuts… ¡Bollilandia, que bien lo haces!
Evidentemente cuando tu cuerpo te pide algo así,… rara vez
no se le da el gusto. Compramos para guardar la línea, uno para dos, es mucho
más pequeño que antes y sólo hace falta observarlo un segundo para percatarse
de eso.
Lo dividimos y consumimos paradas a una sombra, esta
bueno…pero no como antes.
Han cambiado su chocolate, ambas lo sabemos pero no decimos
nada, aún está delicioso pero ya no es nuestro Bollicao. Ahora parece un
Chipicao, aquel otro bollo de precio mínimamente menor que nuestras madres
intentaban que comiésemos para ahorrar unas pesetillas.
De repente, se rompe el silencio, ya no es el de antes, ni
esto ni los donuts por mucho que la publicidad se empeñe en que se ha
recuperado la receta antigua. Ya no vienen en las bolsas de plástico donde los
glaseados se derretían en su justa medida y, ya no cruje el chocolate de los
donuts bombón … ya no es esa masa que siempre estaba buena a pesar de ser del
día anterior.
Ya no complace paladares ni los hace viajar a los años de la
escuela.
Es una pena. Es triste que, cuando una empresa como aquella
dedicada a estos bollos, se siente poderosa y líder en el mercado de repente
para sacar aún más beneficios, baje la calidad de sus productos. Ahora, ya no
capitanea como antes en las estanterías de panaderías y supermercados. En fin,
endulzando neuronas me encuentro mientras escribo esto. Y todo, para apartar
las amargas.
Para apartar las que me hacen pensar en los rescates, en la
excarcelación de Bolinaga, en las caricaturas y vídeos de Mahomas, en las vidas
sesgadas al volante, en el fin del verano, en nuestro querido ministro de
educación y sus reformas escolares, en las colas del INEM, en la independencia
catalana, en los pleitos y juicios que no avanzan, en los jefes abusivos, y los
trabajadores conformistas, en enfermedades…
Mmmmm Bollicao…Mucho mejor…Quien no es positivo y pone una
sonrisa a la vida es por que no quiere, o por que los Bollicaos ya no son como
los de antes!