martes, 11 de octubre de 2011
En Guerra...
No hay peor guerra que la que se lucha consigo mismo. Superar miedos y saltar barreras que limitan tu paso a lo desconocido. Saber hasta donde puedes llegar y quedarte en el punto en el que estas por desconfianzas. Pensar que pasará sin disfrutarlo, sin ponerse manos a la obra y sin sentir, no aprendiendo de lo que se dejó atrás, sino temiendo su regreso, no superando.
Y es que no hay peor guerra que la que se lucha consigo mismo. Matizamos para no embarcar, excusas, idas y venidas, vueltas y vueltas, reprimimos instintos…peder, y nunca ver el terreno inmenso frente a nuestras narices, todo camino de ida tiene uno de regreso, y todo regreso vuelve cargado de nuevas historias que forman parte de tu vida, estas historias a la vez te hacen ser quien eres.
Golpes, palizas, tiroteos, dolorosos y necesarios. Estas en guerra y sólo. Es posible. Eres un soldado en un frente sin enemigo pero que tiene que acabar con su ofensiva. No sientes, no padeces, cuando se acerca el calor, rápidamente hielo. Frío, mucho frío y sin nada con lo que abrigarte, pero puedes sobrevivir ésta noche vendrá el calor, mañana cuando la guerra siga y el frío ya sea parte de tu día a día dejarás de padecerlo como un mal y aprenderás a vivir con el. Si apetece calor, habrá alguna que otra noche, siempre que quieras, tú mandas en tu guerra y la diriges, por ello siempre serás culpable a la vez que inocente de sus consecuencias. Sólo tú las padeces.
Huir. No hay contradicciones por que no contemplas nada más que marcharte sin haber si quiera comenzado a caminar. Te bloqueas comienza la nueva batalla, no distinta a cualquier otra, a la de ayer mismo, no distinta a la que provocará quizás algún otro elemento externo dentro de quien sabe cuanto. Armadura, y fortaleza. Alta, bien alta para que no pueda ser franqueada. Ni el tiempo puede pasar ahí dentro. Todo esta condensado, conducta automatizada. Nadie. Sólo.
¿Insensible? O ¿Cobarde? Da igual. Más bien constante, no termina la lucha. Creías que había llegado a su fin, pero vuelta a empezar. Cosas nuevas, una, otra, otra…distintas situaciones. Mírate, no has avanzado nada, y a tu alrededor, ya nada es igual, y es que, no hay peor guerra que la que se lucha consigo mismo, por que siempre ganas y pierdes al mismo tiempo.
Sin embargo yo, sigo pensando en la existencia del equilibrio. A veces, largos periodos de guerra, sólo consiguen convertirnos en seres semivacíos, con miedos, dubitativos, incapaces de ser felices por completos. Demasiada ambición. Siempre puede haber algo mejor, pero si constantemente lo buscas, nunca estarás satisfecho. Eternamente en guerra.
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